Alfonso Del Olmo. Con la tecnología de Blogger.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Una visita indeseada.

Aquella era noche normal, como otra cualquiera. Me había quedado estudiando hasta tarde, rondaba ya el comienzo de la madrugada. Estaba solo en el piso, mucho silencio que a veces era interrumpido por algún ruido de los vecinos, o de la calle, que en aquellas horas eran poco frecuentes. Había escuchado muchas historias sobre fantasmas, era fan de aquellos locutores de radio que contaban lo que nadie cuenta. Fenómeno, llamemos le "fantasma" que ocurre, existe... que no tiene ninguna explicación... ¿alucinaciones? ¿fallos del cerebro? ¿Por qué no? Si somos capaces de crear mundos totalmente diferentes por las noches en los sueños... otros defienden que son seres de otra dimensión, ¿de los muertos? No lo sé, pero el fenómeno ocurre, voces en el silencio, personas que te miran, sombras que se mueven, figuras grandes alargadas con los brazos desproporcionados... aquellos denominados visitantes de dormitorio... Había escuchado millones de historias, y ninguna de ellas estaba en mis pensamientos aquella noche. 


Ya era tarde, estaba cansado del largo día de estudio, estaba incluso nervioso por aquellos exámenes parciales que todavía que quedaban por hacer. Solo quería acostarme, dormir, descansar... Aquella noche me puse unos pantaloncillos finos, y una vieja camiseta a modo de pijama, a pesar de que no hacía tanto frío como se debería de esperar en aquella época del año. Me puse a gusto, abracé como todas las noches a la mas delgada de mis dos almohadas, una costumbre de hace ya varios años, cerré los ojos y allí estaba... se escuchaba, con el silencio de fondo... ¿un fantasma? ojalá lo fuera...

Volvía a escucharse. Me empezaron a arder las manos, me empezó a picar todo el cuerpo. El rato horrible de pesadilla acababa de comenzar. Me inquietaba mucho, como un acto reflejo, sin querer hacerlo, me rascaba las manos que me ardían, primero una, después la otra, pero me ardían mas todavía. Intenté tranquilizarme, calmarme... volví a cerrar los ojos, volví a abrazar a aquella fea, por qué no decirlo, almohada. Apretaba la otra almohada con mi puño, que se quedó casi por debajo de mi cabeza... la oscuridad, el silencio... parecía que la tranquilidad había vuelto. Intenté pensar en otras cosas, para desviar la atención de mis manos, que me ardían. "¿Querrá ella salir conmigo?, ¿Será el momento adecuado?, ¿Funcionará tan bien como dicen el nuevo coche del año que viene?, ¿que le pasa al equipo blanco para encadenar dos derrotas consecutivas?.."

Tras bostezar un par de veces, pensé que ya no había nada que me alterase otra vez. Silencio, tranquilidad, oscuridad y una persona con la necesidad vital, como cualquier otra, de dormir y descansar en aquellas horas de la noche. Cuando parecía que estaba llamando a la puerta que me introducía en el mundo fantástico de los sueños, allí estaba otra vez... ese sonido infernal, picores en todo el cuerpo y el ardor de las manos. No me dejaban dormir, parecía que me atacaban a través de la ropa y de la mente, parecía que ese simple sonido del aleteo de un mosquito me estuviera diciendo, "aquí estoy", como riéndose de mi. "...  y te voy a joder la noche y el día..." Me puse nervioso, muy nervioso. Me dieron ganas de pegarle un tiro con una escopeta de caza, de cortarle la cabeza con un hacha, o una espada, o de pegarle fuego con un lanzallamas...

Me quedé dormido a las 3 horas, me levanté con un dolor de cabeza insoportable y las picaduras en las manos, en la espalda y no recuerdo en qué mas sitios. Aquellos mosquitajos, que ya me los había encontrado meses antes, volvieron a convertirme en el protagonista de una pesadilla real... ¿fantasmas? ojalá lo fueran...