Alfonso Del Olmo. Con la tecnología de Blogger.

domingo, 20 de noviembre de 2022

El día que formé parte del Equipo Campeón [2.0, 2022]


Corría el año 2016. La fórmula 1 se encontraba monopolizada por la escudería Mercedes. El desarrollo de los nuevos motores híbridos les había hecho campeones en los años anteriores, y también aquel. Sin embargo ese año diferente, la lucha por el mundial entre ambos compañeros de equipo llegaba viva a la altura carrera. Rosberg había plantado cara a Hamilton durante toda la temporada y sabía que esa era su única oportunidad de convertirse en campeón. 

Días antes del Gran Premio de Abu Dhabi, la última y decisiva del año, con el mundial de constructores, este sí, decidido y hecho a favor de las flechas plateadas, me llamó Toto Wolf, director ejecutivo del equipo de fórmula 1 de Mercedes, para asistir, no como invitado, sino como parte del equipo campeón. 

En el hotel me dieron un mono ignífugo blanco del equipo, como el de los pilotos, para llevarlo dentro del paddock. Entré en el circuito con una persona a la que conocía, de esos que os caéis mal mutuamente pero a la misma vez os ponéis buena cara y reinando, por encima de todo, el respeto y la profesionalidad. Andrés iba como parte del caballino rapante, con el característico mono rojo de Ferrari. A diferencia de mi ilusión, ganas y una alegría indescriptible, él llevaba el rostro serio, y sin maldad ninguna le preguntaba quiénes son los campeones, mientras yo me tocaba el escudo de Mercedes que llevaba en el pecho. Los triunfos de Ferrari eran cosa del pasado, y aunque estos últimos años a veces conseguían tener un coche mediamente rápido, siempre estaban lejos de luchar por el título el cual era su objetivo. 

Dentro del circuito no encontraba a mis compañeros de equipo, por lo que decidí sentarme con otra gente en unos bancos. En realidad, yo no sabía muy bien por qué estaba allí, no sabía cuál era mi función en el equipo. Me sentía un relleno más, alguien que pasa pero que simboliza y representa a un equipo, y no uno cualquiera, sino el campeón. La gente que pasaba por allí y a la que yo no conocía me apoyaban, lo que me resultó chocante en ese momento. Veo a alguien conocido que se acerca, con un chándal del Granada CF, con el que me quedo un rato hablando de cómo habíamos llegado hasta allí, cómo se presentaba el fin de semana, cómo iba el Granada en su competición y deporte, y le expresé mis deseos de que Nico Rosberg se convirtiera en campeón del mundo pasadas unas horas. 

Toto Wolf
Dando vueltas por el paddock, un poco empanado y asombrado de la cantidad de gente que había, me encuentro con la sobrina del jefe, Toto Wolf. Una muchacha muy guapa, alta y de una edad similar a la mía. Me preguntó, con un tono cariñoso y de sorpresa como si me conociese de siempre, y yo no la conocía a ella: "Hombre, qué haces aquí?". Le respondí que el equipo necesitaba ingenieros para esta carrera, me llamaron y no podía faltar a una cita tan importante. Tras la respuesta, me sonríe y se va siguiendo su ruta de quehaceres. 

Me daba la sensación de estar en el centro, sin ser famoso y sin ser relevante en este juego, estaba en un lugar privilegiado al alcance de muy pocos. El ambiente de ser campeones, el orgullo hacia el equipo y el trabajo realizado durante todo el año, la admiración hacía él y el miedo hacía la comunicación con los demás provenientes de todo lugar del mundo eran sentimientos que me invadían e incluso me abrumaban. "Si me preguntan algo, responderé con gestos", pensaba mientras caminaba. 

Pilotos de Mercedes, Rosberg y Hamilton.

Una mujer se acercó a mí, e igual que la sobrina de Toto, parecía que me conociese de toda la vida mientras que yo no la conocía. Me dijo que estaba muy sólo y que tenía una amiga que estaba por allí, por si quería llamarla. Tras esta situación, tan aleatoria como todas las anteriores, mi mente y mi recuerdo se convierte una sucesión de imágenes casi sin sentido cronológico ni lógico. Recuerdo algo de ir enganchado a un cinturón de seguridad de los coches haciendo como de correa para que no me escapara de allí, como los perros, y por alguna razón que obviamente desconozco.

Más tarde llegué a ver a Lorena rodeada de mucha gente. Estaba contando su última experiencia como cantante, cuando estuvo cantando días antes con alguien muy famoso. Me quise acercar para que me lo contara a mí. Pudimos hablar un rato y le pregunté con quién había tenido el placer de compartir escenario. Para mi sorpresa, ya que pensaba que me iba a decir alguien tipo Pablo Alborán, me comentó que cantó con Sabaton, un grupo finlandés de Power Metal que yo escuchaba mucho. A raíz de su colaboración con ellos se iba a convertir en poco tiempo en una estrella del Rock. Intercambiamos buenas experiencias, entre la suya como estrella y yo como parte del equipo campeón, ambas cosas maravillosas por lo que nos alegramos mucho de la situación presente. 

Lo demás que recuerdo son idas y venidas. Dar muchas vueltas esperando a la amiga de aquella mujer que a pesar de haberla llamado nunca apareció. Tampoco llegué a ver un coche de Fórmula 1, ni el ambiente propio de ese deporte, pero la gente estaba allí y me apoyaba en lo que estaba haciendo, aunque realmente lo que estaba haciendo era nada absolutamente. Era un sueño raro, bonito y diferente, positivo y del que no quería despertar de aquel día en que formé parte del equipo campeón del mundo de Fórmula 1, el equipo Mercedes. 



Reedición 2.0, año 2022. 

Título original 19 febrero 2017: El día que formé parte del equipo campeón.