El Ojo Del Pez

Cuenta la leyenda, que la malvada Matriz Jacobiana, con un ejército infinito de aplicaciones lineales, destruyeron una civilización casi tan avanzada como la nuestra hace varios millones de años. Cuentan, que las aplicaciones lineales tenían cañones de R2, R3 y R4, a cada cuál más dañino que el anterior... pero hasta ahora, no era difícil, era como jugar al baloncesto en Indianápolis, de donde salen los mejores baloncestistas del mundo y se les cuida mucho. Lo difícil llegó con un cañón construido para R(x)3, traído del mismísimo mundo diabólico de los polinomios y pasamos de jugar al baloncesto cómodos en Indianápolis a jugar al baloncesto en el Everest. Cuentan que un alquimista del norte de Siberia, pudo construir una poderosa sustancia que mediante procesos de Redox, reducción y oxidación, hizo que la Matriz Jacobiana cayera al mundo de los muertos para liberar a lo que quedaba del todavía nuestro mundo de sus malvados planes. Sin embargo, cuentan que hoy en día, el espíritu Jacobiano de la temible Matriz, sigue pensando y buscando la forma para volver a conquistar el mundo y dominar a la nueva civilización que salió tras aquella destrucción...

Los niños asustados se miraban unos a otros mientras se pasaban el miedo que expresaban aquellas miradas inocentes, aterrorizados por si algún día son testigos del retorno de tal terrible ser de la naturaleza invisible. Alrededor de la hoguera de aquel día normal, como otro cualquiera del campamento de verano, dijo el monitor, "Es sólo una leyenda", intentando tranquilizar a los niños... Cuando se disponían a recoger y a emprender el corto regreso a las cabañas de madera donde dormían, el viento de la noche se hizo notar con gran intensidad haciendo temblar a los más veteranos árboles del bosque que descansaban bajo la luz lunar. El viento trajo tres vectores, el de la Fuerza, el de la Velocidad, que fueron guiados por el vector gradiente. Al verlos, los niños no tenían otro pensamiento en la cabeza... "Es cosa de la Matriz Jacobiana...". Ante la duda de los adultos monitores, los niños corrieron como si no hubiera un mañana buscando refugio en aquellas casitas de madera.

Los asustados niños desde sus cabañas observaban la oscuridad de la noche en el exterior, rota por la luz de la luna que hacía posible ver el movimiento violento de los árboles a causa del terrible viento y los tres vectores que le acompañaban. El viento rugía fuerte mientras los niños permanecían en silencio sin saber muy bien lo que hacer y lo que iba a pasar, y poco a poco... los niños entraron en un profundo sueño...

Se levantaron a la mañana siguiente, despertados por el monitor del campamento, para seguir con las actividades planeadas aquel día. Nadie comentaba lo ocurrido la noche anterior, no hubo males mayores y los monitores, con su razonamiento adulto, achacaron lo sucedido a una noche normal de viento. No quedaba rastro de ningún vector, sólo algunas ramas arrancadas por el viento, que descansaban sobre la seca tierra de aquel bosque. Sin embargo había algo que no les encajaba a los niños, y eran las huellas de integrales salvajes de los páramos ocultos, nunca vistos por la zona donde ellos encontraban.

Las actividades se realizaron normalmente, como todas y los niños se guardaron otro increíble día de recuerdo de aquel campamento de verano. Sin embargo, a uno de ellos aquella noche le esperaba lo peor. Inconsciente de lo que tenía debajo de su cama, se acostó cansado y muerto de sueño por el largo día en el campo. Cuando se quiso dar cuenta, tres pequeñas derivadas le estaban mordisqueando levemente los pies, para su sorpresa y susto inmediato que despertó a todos sus compañeros de la cabaña. Estos pequeños bichos no eran muy ofensivos, podrían parecer asquerosos, o incluso graciosos, no son muy bonitos, pero no hacen gran cosa. De ellos se alimentan las integrales salvajes. Todo aquello se estaba convirtiendo un poco raro.

Las nubes arcotangentes cubrían el cielo el último día de campamento. Los niños pasaron una experiencia que nunca olvidarían, aquellos días en el campo llenos de actividades fabulosas. Antes de despedirse de los monitores, cogieron flores de logaritmos neperianos que crecían por aquella zona, para llevárselas a sus madres y que tengan un grato recuerdo de aquellos días.

Aunque se quedó en sus subconscientes, olvidaron el relato de la Matriz Jacobiana y nadie supo explicar nunca lo ocurrido aquel día, pero no sabían que todos y cada uno de ellos estaban destinados a enfrentarse al ejército de aplicaciones lineales, a los vectores, y a la terrible Matriz Jacobiana, y que saldrían victoriosos de aquella épica batalla que se produciría dentro de muchos años, el día en que los hombres (y las mujeres), aquellos niños... dominarían a las Matrices y a todos sus ejércitos para siempre.