El pueblo durmiente es sin duda mi favorito, y uno o el mas bonito.
Íbamos otra vez por la carretera con arboles a los dos lados, camino a Castril, pero entonces la carretera parecía diferente, por la izquierda corría un rio pequeño... Llegamos a un sitio, no era Castril ni se parecía a ningún otro pueblo en el que haya estado. Me llamó la atención que en aquel luga no se veían personas, ni coches... Era un pueblo fantasma, un pueblo durmiente pero aquella atmosfera parecía de un lugar prohibido, no deberíamos estar allí. Pero daba igual, las tres farolas que había parecían estar encendidas, pero era de día. Entonces, yo me fui a darme una vuelta, aquel misterioso sitio prohibido me inspiraba curiosidad. Me descuidé un momento y ya estaba fuera del pueblo, fuera de aquellas edificaciones sin vida, estaba en un sitio elevado, arboles, naturaleza... Desde aquel lugar no se veía el pueblo, solo el horizonte lejano. Se escuchaban las hojas de los arboles movidas por el viento y el agua correr de aquel rio, la tranquilidad de aquel sitio hizo que, por suerte o por desgracia me quedara medio dormido, o dormido. Me desperté, pero había un problema, era de noche. Parecía un problema al principio, pero entonces, en aquel horizonte que se veía muy lejano cuando era de día, de noche apareció una muy grande Luna, a lo que le sumabas el sonido del agua y de las hojas de los árboles movidas por el viento y hacían de aquel sitio, un lugar mágico y aquella mágia me llegó a lo mas hondo de mi corazón. Me quedaría toda la vida en aquel sitio, mirando a la Luna, sitiendome bien. Pero entonces, en plena tranquilidad, en plena magía, en plena armonía escucho a mis padres, me estaban buscando, era de noche y seguramente estarían preocupados. Yo, poseido por la magía de aquel sitio, me quería quedar allí, pero tenía una vida y lo correcto sería volver.
