Alfonso Del Olmo. Con la tecnología de Blogger.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Maravillosos Viajes en Tren.

El tren avanzaba, aunque sin prisa y con pausa, mientras empezaba a adentrarse en la oscura tormenta que esperaba en la región catalana, como si algo malo le esperaba allí. El día cambió de repente al cruzar la línea que separa Cataluña y Valencia. Atrás quedaron las maravillosas vistas alguna estación poco más allá de Valencia ciudad, una estación dónde se veían a 4 operarios limpiar un pequeño tren aparcado en una vía de allá. Las primeras y tímidas gotas caían sobre los cristales del que parecía un viejo tren curtido en mil y un viajes. Las continuas paradas en mitad de la lluvia hacían pensar que el anciano tren estaba bajo de forma, cansado y sin poder soportar unas condiciones que tampoco eran adversas, sino diferentes a lo habitual.

En Salou podíamos observar el rastro que había dejado la "tímida" lluvia por aquí y es que había paralelamente a las vías del tren y perfectamente observable y a pocos metros un río, hermoso y caudaloso, y con un flujo de agua notable. Cuando de repente pasa un coche con una considerable velocidad haciendo salpicar el agua hasta incluso el anciano tren. No era un río, era una calle. Espectacular también ver cómo se acumulaba el agua en una calle y aún más cómo pasaba alguna señora con sus comprar de la bolsa luchando contra los elementos de agua y aire.


Parada en mitad de ninguna parte, mientras se observaba desde dentro las espectaculares infraestructuras de las plantas químicas de Tarragona. Tubos de colores, camiones, grandes bolas, las llamas que salían de las chimeneas a pesar de la lluvia que estaba cayendo, en un mar de oscuridad por las nubes negras y el agua que se acumulaba en charcos de barro entre la soledad de entre aquellas infraestructuras. Ese paisaje desolador y triste que hacía de aquel un lugar aún más enigmático entre la oscuridad. La fuerza del ser humano y a la vez la ignorancia de aquellos que viajábamos en el tren, y de los que curiosos nos preguntamos qué se hace exactamente en su sitio así, para qué sirve todo lo que se ve, cómo tiene que ser trabajar en un lugar como ese...? Millones de preguntas que nunca me serán respondidas, o eso creo. Seguiré alucinando con estas cosas tan grandes y tan incomprendidas por la mayoría, tan espectaculares y tan impresionantes... de los paisajes que tienen fuerza, y no tiene por ser verde de árboles y plantas, azul del cielo y el amarillo del Sol como el típico paisaje de fondo del Windows XP. El mítico, vintage y retro Windows XP


Cuando el tren empezó a andar otra vez, después de años y años, ya habíamos cambiado todos pero el pobre tren seguía siendo igual (como diría mi profe "loulogio" de Expresión Gráfica), el mismo anciano con bastón que le cuesta andar. Nos quedaba pasar por Tarragona y ya daba un último tirón hacia Barcelona. Un gran viaje de muchísimas horas a pesar de que tampoco es tanta la distancia vertical de punta a punta del país.

La lluvia empezaba a pegar aún más fuerte mientras yo observaba la trayectoria del agua en el cristal y su comportamiento frente a la velocidad del tren. Al irse oscureciendo aún más el día por la ya ausencia del astro Rey a esas horas de la tarde, podía observar la mirada de quien lo deja todo con tristeza para ir a estudiar la carrera de sus sueños, a pesar de que su casa siempre será su casa y la seguirá considerando como tal, siendo Barcelona un sitio de mero tránsito aunque necesario para poder alcanzar la difícil meta.

Sin duda la mejor parte de los viajes en tren es cuando ponen las películas en la gran mini pantalla. En el trayecto de Tarragona - Barcelona nos pusieron, otra vez una película francesa y preciosa. "La Casa al lado del mar" sobre una familia cuyo padre está enfermo y se reúnen los 3 hermanos. Una película sin principio ni final, una trama muy escasa, y cosas que carecen de sentido. Una película que se puede ver cuando llevas 10 horas en un tren y no tienes otra que hacer hasta el punto de que me gustó, y puede que un futuro vuelva a verla para ver lo que ese día se me pudo escapar.

La mejor parte de los trenes, ya en serio y de verdad, es cuando se para en el destino escogido y tienes que levantarte y salir de allí, aunque el destino sea Barcelona, porque siempre hay muchas más ganas de llegar a casa, que a la no casa, pero cuando llevas un rato en el tren las ganas son de salir del tren. La gente que se levanta, y coge sus maletas y "objectes personales", 15 minutos antes de llegar me entenderán. Que parpadeas y ya se han ido.

A pesar de todo son maravillosos los viajes en tren, tienen su encanto, pero sólo cuando han pasado más de 5 días del viaje (a no ser que el destino sea tu casa). Bueno maravillosos tampoco son.


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