Yo era guardia, o guardián. Mi puesto era la puerta de la muralla exterior, sinceramente un completo aburrimiento. Nunca pasa nada, tienes que guardar la puerta de nadie, porque nadie viene, y menos de noche que es cuando me tocaba a mi. El castillo está situado cerca de un río, y más lejos había una ciudad. Pero la gente no tenía la necesidad de venir a nuestro castillo. La verdad es que todo eso me daba igual, se vivía muy bien, no te faltaba de nada, siempre tenías a alguien que te ayude, que está dispuesto a darte su tiempo…
A mí me conocían como Ángel “El Grande”, en mis sueños claro. Ángel Martín, de la guardia real del Castillo de Meizonos, orgulloso por tener esta profesión, siempre contento, siempre contando cosas buenas, simpático, hijo de Miguel “El Grande”, ahora sí. Mi padre salvó a todo el castillo de la invasión del señor Charles Campbell, Rey Dueño y Señor del castillo de los cipotancios, gente de origen inglés y nuestros grandes enemigos históricamente. Campbell sueña con destruir nuestro castillo, y don Bernardo con destruir el de Campbell. Pero últimamente vamos cada uno con nuestra vida, de vez en cuando se pasa algún soldado por aquí para ver como estamos.
- ¡¡ÁNGEEL!! ¡¡TE ESTÁN ESPERANDO EN LA PUERTA!! ¿Qué haces que no estás ya allí? Siempre despistado, ya podrías parecerte más a tu padre…
Continuará...
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