Alfonso Del Olmo. Con la tecnología de Blogger.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Corazón de oro. Capitulo 2.

- ¡¡ÁNGEEL!! ¡¡TE ESTÁN ESPERANDO EN LA PUERTA!! ¿Qué haces que no estás ya allí? Siempre despistado, ya podrías parecerte más a tu padre… 

Sargento Muñoz, tan simpático como siempre. Mi superior, maestro y una gran persona, y por desgracia una vez más tenía que ir a trabajar. La gran puerta me esperaba, allí con ella mi compañero, Andrés. Es un poco raro, no se mueve, no habla, no anda, no mueve los ojos, se limita a estar de pie al lado de la puerta, como buen guardián, como buena estatua. 

Y allí sin hacer nada se hacía de noche, de tanto estar de pie y ver la oscuridad en el frente, donde hay un bosque de grandes árboles y mucha vida, empezaba a ver allí cosas que no existen. A lo mejor veían un ejército entero, su caballería, la mejor, al frente. Se enfrentaban a otro bando, casi iguales pero con distinto escudo chocaban, la tragedia empezaba a tomar forma…

Luego veía grandes bolas de luz, que volaban, cambiaban de color, de forma, de tamaño. Tantas luces allí… ese es el momento en el que me despierto, tumbado en el suelo, guardando la puerta, como buen guardián que soy. Como me quedaba todavía un rato allí, me ponía a ver las estrellas.

Aprovechando que estaba tumbado en el suelo, mirando para arriba, pensando que podía haber allí arriba, que podría hacer allí arriba, que hacemos en este mundo, porque estamos aquí, a donde vamos… Y de vez en cuando veían estrellas que se movían, que rompían la tan bonita imagen de las estrellas quietas para hacer una imagen más bonita de las estrellas quietas y una estrella dejando su estela blanca atravesando el cielo.

Mientras mi compañero seguía de pie, mirando al oscuro del frente, sin moverse… Buen compañero, no molesta mucho, me gusta.

Empieza a salir el sol, empieza a despertarse el bosque, empieza a nacer todo. Yo me levanto del suelo y me pongo de pie para que cuando venga el Sargento Muñoz a hacer el cambio de guardia, me vea en posición.

Por fin entro en el castillo, y la gente se arremolinaba alrededor de una persona.

- ¿Qué ha pasado aquí? – Pregunté.

- Salinas, ha muerto. Por lo visto se ha tirado desde arriba de la torre.

Fulgencio ha encontrado una carta de suicidio y da por terminada la muy corta investigación, mañana será enterrado… Yo como soy listo cogí la carta, que nadie quería porque ya estaba todo resuelto. Pero yo veía algo muy raro en todo esto.

Salí a darme una vuelta, después de mi siesta matutina, el ambiente era muy raro, después de lo que había pasado la gente no sabía ni a donde iba, ni que estaba haciendo… La alegría y la paz del castillo parecían haber desaparecido, pero una carta de suicidio, sin testigos… Empecé a pensar que aquello era el principio de algo malo, pero ojalá esté equivocado.

Cuando el sol empezaba a ponerse, era la hora de ir a trabajar, vuelta a la puerta. Llegué a la puerta comiéndome una manzana, pero no tenía ganas hoy de ir a trabajar, de guardar la puerta… Mi compañero, que yo le decía The Rock, la roca, ya que parecía una roca inmóvil, sin sentimientos, sin vida…

Y se hizo la noche, tras una bonita puesta de sol que disfruté sentado apoyado en el gran muro exterior del castillo, aunque muchos árboles del pequeño bosque me tapaban, parecían así aún más bonito. Tumbado en plena oscuridad se acercaron unos hombres a caballo. No lo veía muy bien, lo que provocaría la catástrofe. Uno, el que parecía el líder, dijo:

- Dejadnos pasar, venimos a ver al rey de vuestro castillo.

...Continuará.

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