Alfonso Del Olmo. Con la tecnología de Blogger.

jueves, 8 de octubre de 2015

Corazón de oro Capitulo 4 (y último).

Último capítulo. 

Buen ambiente el de la ciudad, los burgueses hacían trato con los grandes poderosos de la ciudad. La gente de a pie trabajaba sin cesar para dar de comer a su familias. Otras simplemente ayudaban a los demás, alguien, que me recordaba al Loco Valentín, empezó a decir algo que me llamó a la atención. “Hombre con corazón de oro, el ejercito fantasma lo busca, para tener luz y suerte”.

Tuve que recordar esas palabras, un hombre con el corazón de oro que da luz, suerte y supongo que felicidad y alegría. Pensando en eso me vinieron flashes de aquella noche, cuando abrí la puerta estaba yo solo, mi compañero, no estaba. Se me ocurrió algo imposible. ¿el ejercito fantasma busca a mi compañero, con corazón de oro?

Tenía que volver al castillo de los cipotancios y muy rápido. Cuando llegué, las tropas y la gente de los Meizonos se reunían allí, armados y preparados. Me dio alegría ver a aquellas personas, que me saludaban aun después de lo que había hecho. Por un momento, olvidé que estaba buscando. Mi compañero era una joya de persona, y no solo teníamos que protegerle a él, protegíamos a toda una comunidad. Se encontraba como siempre, de pie, en el comedor, sin moverse, sin respirar, su corazón de oro no sé si latía. Me fijé que en su mano tenía una rama seca de retama, no le di mucha importancia. Le di un abrazo y le dije que lo iban a proteger… cuando me disponía a irme, me miró y me sonrió. Aquello me caló.

Se acercó la noche y el castillo parecía un muro impenetrable. Estábamos todos preparados para morir, para luchar, para proteger a una persona, a un castillo, a una comunidad y deshacer el ejército fantasma.

Casi sin hacer ruido se acercaron, las mismas palabras, el mismo error, esta vez intencionado, para caer en una trampa mortal. La intensa batalla duró, hasta que se hizo la luz de la mañana. Las espadas cayeron al suelo, y la gente empezó a abrazarse. Los que buscaban a mi compañero y amigo decidieron no luchar más, se dieron cuenta de que la vida que tienen es un regalo y la de los demás también, no podían quitarle a la gente ese privilegio y menos por algo supersticioso como la buena suerte que da el señor corazón de oro.

Fui a ver a mi compañero, el señor corazón de oro. Lo encontré sentado, comiendo en el comedor. En frente, esa rama de retama que antes estaba seca, ahora tenía hojas, era verde. Su corazón latía, y me dijo hola. Puede que esté loco, pero pensé, que el trabajo del corazón de oro ya se había hecho, la pequeña maldita buena maldición que le había caído al pobre Andrés había servido para algo y ya había cumplido, el ir a por alguien que tiene un corazón de oro desencadenó todo eso, lo que ha acabado con la paz total.

Los dos castillos se hermanaron, los cipotancios ayudaron a reconstruir el Castillo de Meizonos. Yo pasé a ser vigilante en una torre de vigilancia, con un gran compañero, en el castillo donde había nacido. Se hizo una estatua de Andrés, gran persona que siempre sería recordado por todos y yo tenía una historia, fantástica o no, que contar sobre lo que hizo esta gran persona, este hombre con el corazón de oro.

FIN

0 comentarios:

Publicar un comentario