Alfonso Del Olmo. Con la tecnología de Blogger.

viernes, 27 de marzo de 2020

Prosopagnosia


Salí a la calle como un día normal con la intención de enfrentarme a otro día más de universidad. Me sentía extraño, ya saliendo por la puerta empecé a notar que ese día iba a ser especial. Abrí la puerta del portal y me dirigí a la parada del autobús. Al cruzar la esquina de la calle vi a mi amiga Ainhoa y me dirigí a saludarla. Cuál fue mi sorpresa, hizo como si no me reconociera. Me trató como si fuera un extraño que anda por la calle al que le devuelves el saludo por cortesía.

Llegó el autobús a la parada. Entré y de camino al asiento saludé con la mano a Marina y María (dos compañeras de clase que estaban sentadas en los primeros asientos). Me dio la sensación por su expresión que tampoco me reconocieron. ¿Qué estaba pasando nadie se acordaba de mí? ¿Le había pasado algo a mi cara?

Llegó el autobús a la universidad. Bajé y me dirigí al Aulario III para recibir la misma clase docente de Neuropsicología de todas las semanas con la misma profesora de siempre. Me senté en esas sillas tan incómodas que todos conocemos y empecé a hablar con los demás compañeros en lo que la profesora llegaba. Apareció la profesora por la puerta, se dirigió hacia su mesa y todo el mundo empezó a murmurar:

- ¿Han cambiado a la profesora?

- ¿Qué le habrá pasado a la antigua profesora?

- ¿Estará bien?

Era increíble, nadie era capaz de reconocer a la profesora. Encendió el proyector, puso sus diapositivas y empezó hablar. Fue justo en ese momento cuando todo el mundo se percató de que la profesora no había sido sustituida, era la misma. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué la gente no fue capaz de reconocerla hasta que comenzó a hablar? ¿Por que a mí tampoco me reconocían?

Volviendo hacia atrás me acabo de dar cuenta que mientras estaba hablando con mis compañeros de clase, haciendo tiempo hasta que llegase la profesora, todo el mundo reaccionó como siempre y todos parecían conocerme.

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