Alfonso Del Olmo. Con la tecnología de Blogger.

domingo, 1 de marzo de 2020

El escritor de Sueños.



Erase una vez en un lugar muy lejano un hombre que vivía en soledad. No tenía amigos ni mascotas pero tenía una peculiaridad. Escribía un tipo de literatura muy especial a partir de los sueños que por las noches sufría. Escribía libros regularmente y los publicaba en una gran y conocida editorial. Su nombre se convirtió en un referente de la literatura fantástica de la época. Su don por la expresión escrita junto a sus potentes sueños y su infinita imaginación le hizo ser reconocido hasta en Japón. 



"La ciudad estaba en llamas, quedaba poca gente. Los pocos que quedamos intentamos hacerle frente a aquellos demonios de alas negras, ojos rojos, y que iban destruyendo todo lo que veían a su paso. Me tomaron la espalda en la habitación de una casa ya en ruinas, y sólo tuve la opción de saltar por la ventana".

Sin embargo poca gente lo llegó a conocer en su época como escritor, pues de su casa no salía ni para comer. Incluso hubo gente que defendía que su nombre era un seudónimo de algún importante escritor para ganar dinero y un reconocimiento virtual manteniendo el anonimato. Ganó algunos premios pero no llegó a recoger. El dinero y la fama no le llamaban nada, lo mismo que la relación con otros seres humanos o descubrir el mundo exterior. Un mundo sombrío, triste y finito. ¿Para qué? Pudiendo vivir en un fantástico mundo infinito de aventuras y cosas extraordinarias.
"Esa sensación de estar en el centro, yo no era famoso, la gente no iba a verme a mí, pero yo estaba donde nadie podía estar. Esa sensación de campeones y orgullo hacía ese equipo". [El día que formé parte del equipo campeón]

Unas jóvenes monjas muy fanáticas de las novelas fantásticas y de aventuras extraordinarias, le llevaban comida todos los días y comían con él. Era su único contacto con el mundo exterior aunque las conversaciones eran con el monotema de su mundo.


"Bajando las escaleras observaba las paredes, que no tardaron en convertirse en calles. Las farolas alumbraban las escaleras, que como una ciudad de la antigüedad daban a otras calles estrechas y también con sus escaleras que bajaban o subían". [La ciudad sin nombre]

Él le contaba sus experiencias sobre la muerte. Ellas se quedaban fascinadas, y le preguntaban qué había después de ésta. Les respondía que después de morir va un despertar, unos escalofríos y una luz que se va apagando a medida que el despertar va progresando. 
"Mi compañero Juan que un poco loco estaba, nos llevaba en coche hacía las fiestas del pueblo. Cuando quedé sólo con él pensaba que nos matábamos, porque conducía muy mal. Pasé mucho miedo y en una carretera nacional pasó. Nos caímos por un precipicio. Me dio tiempo a pensar en mi familia, y en lo tonto que era el que conducía. Me dio rabia morir por su culpa." 

A veces el despertar es en otro lugar. 
"Llegué a un sitio menos oscuro, hacía sol y eran campos de césped mojado donde había muchas pelotas de tenis. Yo me pongo a correr pengándole patadas, me divertía.(...) Asocio este lugar con el cielo, porque aunque sin saber como, ni cuando me he muerto, la armonía, la paz, la tranquilidad y la luminosidad de aquel lugar era totalmente contraria al sitio de dónde venía"  [Crónica de un muerto.]

El escribir le ayudaba mantener vivo su mundo y compartirlo con los demás para hacerlo crecer. Quería que todo el mundo sintiera esa fascinación y emoción, esa alegría y desesperación, agobio y tristeza, de todas sus aventuras. En sus novelas no importaba la veracidad de los acontecimientos, ni los sin sentidos que podría haber, pues ese era su mundo y esas cosas podrían tener sentido allí. 

"Oí hablar desde pequeño de una estrecha y profunda cueva en la montaña. Me dijeron que se abría ciertos días del año, y que si entrabas podrías quedar atrapado dentro de ella para siempre. Hermosas, raras y horribles criaturas son las que habitan la cueva. Creía que era un cuento pero la vi aunque no llegué a entrar por el terrible miedo que sentí al verla"

A pesar de no tener amigos era el hombre con más amigos del mundo, y enemigos también, pues muchas veces trataban de alcanzarlo y matarlo. Sus novelas de misterio sobre persecuciones eran las favoritas de sus lectores.

"Yo ya no tenía que huir de aquel viejo amigo por que lo que era un sueño se había convertido en pesadilla, lo que era un juego empezó a ser algo mas, ya no corría por placer si no por necesidad" [Es tan sólo un juego]

De niño siempre fue curioso. Mientras los otros niños jugaban él se sentaba en la tierra a observar a las hormigas. Se apartaba sólo de los demás y también eran los demás los que lo apartaban por ser un niño raro. El acoso escolar no fue suficiente para quitarle la ilusión y la sonrisa a ese niño. En el instituto fue más de lo mismo. No quería pertenecer a ningún grupo pero cuando pedía algo todos le rechazaban, a pesar de que él intentaba portarse bien con ellos. 

"Tras un rato paseándome tranquilo, sin correr porque alguien me perseguía, y pensando en lo bonita que es esta ciudad, llegué a la playa. El mar estaba muy agresivo y violento. Lo siguiente que recuerdo es estar metido en el mar. "[Recuerdos Borrosos del día de ayer]

Tras terminar su carrera como historiador sabía más que nadie la historia de la humanidad y de la sociedad. Era el mejor. Estuvo trabajando en diversas investigaciones hasta que su trato con la gente hizo que cayera en una profunda depresión. 

Tras un tiempo descansando en las sombras, tratándose con la mediación correspondiente, comprendió que no debía estar tan triste por algo tan absurdo. Comprendió que el hombre y la humanidad siempre se va a comportar de esa cierta manera, que no había nada que hacer. Tras alejarse de aquellas sombras, decidió escribir sus sueños y sus fantasías, sus aventuras y sus penurias, su realidad que para los demás sería una ficción. Una ficción tan real que de ahí ya no pudo salir más. 

"Era un niño cuando hice mi primer viaje a la Luna. Salí corriendo de mi casa tras despedirme de mis padres medio llorando, pero con mucha ilusión y a la vez miedo de hacer un viaje así. Me monté en un cohete-autobús y empecé a conocer a mis compañeros de viaje. Cuándo el cohete arrancó, sentí un profundo dolor en mi cuerpo, tras acordarme de que me había dejado la merienda, el bocadillo encima de la mesa de mi casa, y en la Luna no había supermercados!. Qué torpeza la mía".

El hombre escribió sus sueños hasta el final de su vida. Hasta que cayó en un sueño interminable, y aunque los demás consideraron que murió, consiguió en su realidad la vida eterna, había soñado toda una vida para acabar viviendo un sueño eterno.
"Sabiendo que era un sueño quería entrar y ver la aventura que sería aquello, ver lo que había al final de la cueva y a dónde nos lleva.
Me armé de valor y quise seguir soñando. Decidí seguir soñando."

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